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miércoles, 23 de noviembre de 2011

La casa Lys de Salamanca anuncia....

 

 

Ballets Russes de Diaghilev

Sin duda una de las corrientes que más ha influido en la cultura occidental europea durante las primeras décadas del siglo XX es lo que denominamos Orientalismo.
Cuando nos referimos a esta corriente estamos haciendo mención a todo aquello que proviene de Oriente y por tanto debemos acotar, al menos geográficamente, cuales son los límites y las procedencias de este término. No es lo mismo el Japonismo y su influencia en las artes occidentales que la cultura de los países árabes del norte de África y Oriente Medio.
Después de la publicación Orientalismo de Edward Said es más fácil centrar este concepto. Said dice que Oriente no es solo el vecino inmediato de Europa “…es también la región en la que Europa ha creado sus colonias más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y una de sus imágenes más profundas y repetidas de lo Otro”.
Las grandes metrópolis europeas, en especial Londres y París, tienen motivos económicos suficientes para interesarse por todo aquello que afecte a sus colonias. Pero si además “a lo largo de muchas décadas” han conseguido impregnar su influencia cultural y lingüística como es el caso de la cultura francesa en la aristocracia rusa o la inglesa en Egipto o la India, es fácil suponer el interés de los europeos por todo lo que provenga de Oriente.
La traducción de diecisiete volúmenes de las Mil y una noches que realizó Richard F. Burton entre 1883 y 1888 supuso la edición de multitud de publicaciones que tenían como leitmotiv los argumentos de estos cuentos árabes del Oriente Medio medieval.
Schéhérazade ocupa una parte importante de esta exposición por la influencia que esta obra tuvo en la moda europea. Se estrenó el 4 de junio de 1910 en la Ópera Garnier de París, Mijaíl Fokin se encargó de la coreografía y Lev Bakst diseñó decorados y vestuario.
Esta obra supuso uno de los mayores éxitos de los Ballets Rusos. Diáguilev cuidó como empresario todos los detalles, Bakst pudo diseñar con absoluta libertad y su trabajo influyó en un amplio sector de la sociedad europea occidental.
Como manifiesta Cyril Beaumont, crítico e historiador de la danza, “… los que no vivieron en los maravillosos años anteriores a la Primera Guerra Mundial no pueden imaginarse la inmensa influencia ejercida por Bakst cuyo nombre estaba en boca de todos”.
Uno de los artistas más influenciados por la obra de Bakst fue Demetre Chiparus, cuyas esculturas criselefantinas se pueden ver en esta exposición y que han quedado como uno de los exponentes más representativos del Art Déco.
Los europeos se sentían atraídos por estas historias y por la descripción, algo distorsionada, que se hacía de países como India, Persia, Siria, China y Egipto. En Viena floreció, a principios del siglo XX, una producción de bronces policromados realizados de forma artesanal que representaban tiendas árabes, mercados de animales exóticos o cazadores de leones montados en camellos. Algunas de estas piezas, que forman parte de la colección del Museo Art Nouveau y Art Déco de Salamanca, se muestran en esta exposición.
La exposición “Ballets Russes de Diaghilev y su influencia en el Art Déco” propone un nuevo acercamiento, seguramente desde el punto de vista menos tratado hasta el momento, al extraordinario éxito que acompañó a la compañía de Diáguilev en los teatros europeos durante las primeras décadas del siglo XX.
Otro de los aspectos destacados de la exposición es la estrecha relación de estos espectáculos con la tradición y la cultura rusa. No debemos olvidar que la estructura medieval que ligaba a los campesinos a la tierra como siervos de la gleba no desaparece hasta bien entrado el siglo XIX con la reforma agraria de 1861 que abolió la servidumbre.
Así, mientras en Europa la inspiración se buscaba en los primitivos foráneos, los artistas rusos solo tenían que mirar a su alrededor para plasmar en sus creaciones la riqueza del folclore rural.
La obra de Roerich o Goncharova es buen ejemplo de ello. Parten de un profundo conocimiento intelectualizado de la cultura y la tradición rusa pero la reinterpretan desde un punto de vista de vanguardia.
En la escenografía diseñada por Goncharova para Le Coq d’or podemos apreciar la influencia de los tonos rojos y amarillos característicos de los iconos rusos, mientras que en las escenografias de Vrubel o los hermanos Vasnetsov, también presentes en la exposición, las leyendas rusas se representan desde una visión decimonónica, casi etnográfica, siguiendo las enseñanzas de la Academia de Bellas Artes.
La danza rusa del siglo XIX se había formado bajo la influencia de tres personalidades extranjeras: el francés Marius Petipa, el sueco Christian Johannsen y el italiano Enrico Cecchetti. La aportación de estos tres extranjeros definieron los ballets de los Teatros Imperiales que se caracterizaban por la gracia y exactitud (técnica) francesa, la agilidad y destreza italiana y el temperamento y la destreza física de los rusos, pero era necesario que se dieran unas circunstancias especiales para que se produjera el encuentro de un conjunto de artistas excepcionales que es difícil que se vuelva a repetir en la historia de la danza. Diaghilev fue el encargado de reunir a este extraordinario grupo.
Así, Lev Bakst y Alexander Benois entre otros, crearon la revista Mir iskusstva «“El mundo del arte”», que tenía como objetivo promover el Art Nouveau en Rusia. Benois que había sido director escénico del Teatro Marinski y Bakst, que además de escenógrafo era pintor y decorador, formaron la base del lanzamiento de los Ballets Rusos en Europa. Se añadió a este grupo Mijaíl Fokin, bailarín y coreografo que se había formado en la escuela de ballet del Teatro Imperial Marinski de San Petesburgo y que en 1909 pasaría a formar parte de los Ballets Rusos como coreógrafo principal, además de los mejores bailarines formados en el Marinski: Anna Pávlova, Tamara Karsávina, Vaslav Nizhinski o Sergéi Legat.
Señalar a todos los integrantes de la troupe de Diáguilev sería largo y desbordaría la pretensión de esta introducción al igual que intentar un acercamiento a la figura de Diáguilev, cuestión que ya ha sido ampliamente tratada en numerosas publicaciones.
La aportación de la exposición de Salamanca consiste en intentar acercarnos a los orígenes de los Ballets Rusos antes de su gran éxito en París y a la influencia que estos espectáculos tuvieron en algunos de los movimientos de las vanguardias y sobre todo en el Art Déco.

Horario

Del 4 de octubre al 29 de enero de 2012 en:

Sala de exposiciones de la Casa Lis (C/ Gibraltar, 14)
De martes a viernes de 11 a 14 y de 16 a 19 horas.
Sábados, domingos y festivos de 11 a 20 horas.
Lunes cerrado.

Sala de exposiciones de la Hospedería Fonseca (C/ Fonseca, 1)
De martes a sábado de 12 a 14 y de 18 a 21 horas.
Domingos y festivos de 10 a 14 horas.
Lunes cerrado.

Visitas guiadas

Todos los sábados a las 12 de la mañana, en el patio de la Casa Lis.
La visita guiada para grupos requiere reserva (máximo 20 personas) en el teléfono 923121425.

Más información en el tríptico de la exposición.

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